EVALUACIÓN

Directrices de Política Educativa

Desarrollo y liderazgo de proyecto en el INEE, centrado en transformar la política educativa a través de la implementación de un modelo de política basada en evidencia en el contexto mexicano.

En 2014, ingresé al Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación con el sueño de transformar la educación construyendo política basada en evidencia. Mis maestras, Arcelia, Tere, Sylvia, Margarita, Giullina y Fer, mujeres a las que admiraba, estaban al frente; así que era un proyecto que me ilusionaba muchísimo. 

 

Juntas primero hicimos una investigación sobre qué era la política basada en evidencia, después construimos un Modelo sobre cómo poder aplicar este tipo de política en el contexto mexicano, en particular en el sector educativo. Pudimos dialogar con los más grandes gurús, desde CONEVAL hasta Luis Aguilar. Todos concluían lo importante de la encomienda y lo complejo del sistema educativo.

Después, nos dimos a la tarea de evaluar la política educativa dirigida a niñas, niños y adolescentes indígenas. Para ello: 

  1. Les consultamos: ¿cómo es la escuela que sueñan? ¿por qué la escuela que tienen hoy dista de ese sueño?
  2. Analizamos los datos: ¿cuál es el panorama educativo?
  3. Estudiamos la política y los programas públicos: ¿qué de lo que ha hecho el gobierno funciona para llevar a las comunidades la escuela que sueñan? 
  4. Hablamos con docentes y autoridades educativas
  5. Analizamos
  6. Escribimos
  7. Borramos
  8. Escribimos
  9. Editamos
  10. Publicamos

 

10 pasos que no fueron ni lineales ni sencillos. 10 pasos que nos tomaron varios años. Y cuando lo publicamos, aún ni imaginábamos lo que se venía. Teníamos que darlas a conocer, desde en las propias comunidades, como con docentes, así como con las diversas autoridades: gobiernos estatales, autoridades escolares, legisladores y funcionarios públicos. Si queríamos que el cambio se diera, ¡Todos tenían que participar! Intentamos de todo: talleres, mesas, jornadas de capacitación, etcétera. 

Y también, teníamos que rendir cuentas, ¿este esfuerzo realizado estaba cambiando la política educativa? Así que mi rol también fue evaluar la incidencia de estas directrices en los programas y políticas. La triste respuesta es que logramos cambiar muy poco en números concretos, pero me quedo con dos grandes lecciones: 

  1. El cambio no viene solo de un grupo de personas que dicen saberlo todo, el cambio se construye e inicia cuando tenemos una visión común. Quizá no logramos que la niñez indígena tuviera la escuela que sueñan, pero sí logramos construir la visión de que el tema era importante y urgente de atender.

     

  2. ¡Somos más los buenos!, los que soñamos y queremos contribuir a un México lleno de oportunidades. Cada docente, cada directora, cada funcionaria y cada investigadora me enseñaron que lo que más había era pasión y amor. 

A veces extraño investigar, a veces extraño clavarme en los datos y las razones. Pero si algo aprendí es que la evidencia también viene del corazón y esa no está en los libros, por eso hay que facilitar conversaciones que nos impulsen y detonen los cambios que anhelamos.